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La fiebre es un signo de infección. Si tu gato tiene fiebre, significa que su temperatura corporal ha aumentado al menos 1 grado centígrado (1°C) con respecto a su nivel normal. La fiebre es útil porque sirve como señal de advertencia de que algo va mal en el sistema inmunitario de tu mascota y necesita atención médica inmediata.
Es importante saber cómo detectar la fiebre en los gatos porque puede ayudarte a tratar el problema y acelerar la recuperación. En este artículo te explicamos cómo tomar la temperatura de tu gato y qué cifras debes buscar.
La fiebre es un síntoma de una enfermedad o condición que afecta a la regulación de la temperatura del cuerpo. Cuando el cuerpo está luchando contra una infección, por ejemplo, el sistema inmunitario libera unas sustancias químicas tóxicas llamadas citoquinas en el torrente sanguíneo. Estas sustancias químicas desencadenan la inflamación de los tejidos y órganos cercanos, lo que provoca un aumento de la temperatura corporal cuando el cuerpo trata de combatir la infección.
Para saber si su gato tiene fiebre tienes que observar si presenta alguno de los siguientes síntomas:
Si te preocupa la temperatura de tu gato, debes tener en cuenta algunas cosas. En primer lugar, asegúrate de tener un termómetro a mano. (Esto es especialmente importante si se trata de un gatito de corta edad). La mayoría de los gatos odian ser manipulados por los humanos y tratarán de escapar cuando se sientan amenazados. Si es posible, pide a otra persona que sujete a tu mascota mientras tú trabaja con el termómetro.
En el mercado existen dos tipos de termómetros para gatos, rectales y para el oído.
Termómetros rectales: Estos son de los típicos que tenemos todos por casa, pero en los gatos hay que introducirlos por el recto. Recomendamos que este tipo de medición, la haga un veterinario, ya que podrías hacerle daño si no se tiene experiencia previa.
Termómetros de oídos: Estos son los más prácticos. Para utilizar un termómetro digital de oreja en tu gato, colócalo suavemente en su canal auditivo para que lea su temperatura desde dentro (en lugar de tomar la lectura desde fuera). Asegúrate de no empujar más allá de lo necesario ni causar molestias a tu mascota. Si esto te parece demasiado difícil, pide ayuda a alguien.
La temperatura corporal normal de un gato es de 38,6 a 39,2 grados Celsius. Si la temperatura de tu gato supera estas cifras, ya estaríamos hablando de fiebre.
Algunos de los factores que influyen en la temperatura:
La edad: Los gatitos jóvenes suelen tener más fiebre que los gatos adultos.
Salud general: los gatos sanos tienden a tener temperaturas más bajas que los enfermos, especialmente si han sido vacunados recientemente contra el virus del moquillo felino.
Tipo de infección: las infecciones de las vías respiratorias superiores suelen producir fiebres más bajas que las infecciones más profundas, como la infección del tracto urinario.
La fiebre de tu gato está causada por un aumento de la temperatura corporal que se debe a una infección. La fiebre es una respuesta natural a la infección, y está diseñada para ayudar a proteger el cuerpo contra la enfermedad. En algunos casos, sin embargo, tu mascota puede tener fiebre por razones distintas a una infección, por ejemplo, enfermedades como cáncer o hipotiroidismo (una glándula tiroidea poco activa).
Incluso cuando no hay signos de una enfermedad subyacente que cause la fiebre, ésta puede ser peligrosa para tu gato si sube demasiado o se mantiene elevada durante mucho tiempo.
Otra opción es utilizar una compresa frescas, empapando paños o toallas en agua fría y escurriéndolos (¡pero no demasiado!)
Puedes utilizar una bolsa de agua fría para ayudar a bajar la temperatura de tu mascota. Llénala de agua fría (no helada) y envuélvela en una toalla antes de colocarla sobre su piel durante 15 minutos seguidos.
Si su gato tiene una fiebre muy alta, es posible que sufra algunos efectos secundarios graves. Una de las complicaciones más comunes es la deshidratación. Cuando un gato tiene una fiebre muy alta, pierde agua a través del sudor y la orina. Esto puede provocar una deshidratación y causar más complicaciones.
Otras posibles secuelas son las convulsiones y los daños cerebrales debidos a la exposición excesiva al calor en gatos con problemas neurológicos subyacentes (como la epilepsia). Las fiebres muy altas también pueden causar daños en el hígado si no se tratan durante largos periodos de tiempo, ya que el hígado es incapaz de desintoxicarse de las sustancias químicas liberadas durante una infección o lesión mientras está ocupado combatiendo la infección o la lesión por sí mismo.
Si te preocupa que tu gato tenga fiebre, lo mejor es llevarlo al veterinario. Un profesional puede realizar una serie de pruebas que ayudarán a determinar la causa de la infección y garantizar que reciba el tratamiento adecuado.
Si te ha servido de ayuda este artículo te pedimos que lo compartas con esa persona que tiene gatos y que pueda necesitar esta información.